El arte del perfumador

"vino a él una mujer, con un vaso de alabastro de perfume de gran precio, y lo derramó sobre la cabeza de él, estando sentado a la mesa"
Mateo 26:7
Paz del Señor, hermanos. Hoy quiero compartir con ustedes una reflexión sobre un pasaje de la Biblia que ha sido de mucha bendición para mí, ya que su revelación es importante para la vida de un cristiano.
Estaba oyendo a un influencer judío que hablaba sobre la recitación del *ketoret*, que en hebreo se refiere a la preparación del incienso según el arte del perfumador, y esta revelación me llevó al pasaje que se encuentra en el libro de Éxodo, capítulo 30. En él, Jehová manda a Moisés a preparar el incienso con algunas de las especias que allí se detallan.
Lo que llamó particularmente mi atención fueron los últimos dos versículos de este capítulo, que dicen lo siguiente:
"Como este incienso que harás, no os haréis otro según su composición; te será cosa sagrada para Jehová. Cualquiera que hiciere otro como este para olerlo, será cortado de entre su pueblo."
Éxodo 30:37-38
Entonces, reflexioné sobre este pasaje y recordé las veces que me han preguntado por qué los cristianos no podemos usar velas aromáticas o encender incienso, cuando aparentemente no es algo malo. Aquí está la respuesta: el incienso que se hacía en el tabernáculo de reunión era exclusivo y únicamente para adoración a Jehová. Nadie debía hacerlo con la intención de disfrutar su aroma, porque ese olor grato debía ser solo para Él.
A partir de esto, recordé el versículo que dió inicio a esta reflexión, donde una mujer derrama perfume sobre la cabeza de Jesús. En otros evangelios se menciona a una mujer que lava los pies de Jesús con este perfume costoso.
Jehová llama "arte del perfumador" al trabajo cuidadoso y excelso del perfumista para elaborar una fragancia, un aroma grato. El buen perfume simboliza la adoración en espíritu y en verdad a Dios. Por eso, cuando tenemos la oportunidad de "derramar perfume", no debemos reparar en gastos, tal como lo hizo esta mujer. No debemos preocuparnos por lo que otros piensen; debemos dar lo mejor que tenemos para nuestro Dios.
No se trata de ser quien huele el perfume que otros derraman, juzgando como lo hicieron el fariseo (o Judas en otro evangelio), sino de traer nuestro propio olor fragante y agradable al Señor. En ocasiones, pensamos que el perfume de nuestros hermanos o hermanas es mejor que el nuestro, y eso nos hace retroceder. Personalmente, muchas veces pensé en no cantar alabanzas al Señor porque mi voz no es armoniosa, porque no conozco los tiempos o las melodías. Pero aprendí que el mejor olor fragante es el que se derrama desde el corazón, no como quien participa en un show de talentos, sino como quien dedica su tiempo al "arte del perfumador". El arte es una habilidad, una capacidad que se adquiere con constancia y perseverancia. Al buscar la presencia de Dios, perfeccionamos nuestra alabanza, nos despojamos de prejuicios y derramamos el mejor perfume al Señor.
Qué hermoso e importante es llevar un olor fragante a los pies de Jesús, empaparnos de ese perfume hasta que todo nuestro ser quede impregnado. Imaginen a la mujer que enjugaba a Jesús con sus manos y cabellos; seguramente el aroma permaneció en su cuerpo, seguramente de ella manaba ese olor fragante. Ese perfume era costoso, y los apóstoles lo notaron, y es que sí, muchas veces cuesta: cuesta la vida, las amistades, el amor, el trabajo, los sueños, la carrera, la familia. Pero vale la pena derramar el mejor perfume, hasta la última gota, en cada adoración al Señor.
Dios les bendiga ❤🔥
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